martes, 12 de febrero de 2013

Batalla de Farsalia

     La Batalla de Farsalia fue un enfrentamiento decisivo de la segunda guerra civil romana. El 9 de agosto del 48 a. C. en Farsalia, Grecia central, Cayo Julio César y sus aliados formaron frente al ejército republicano bajo el mando de Cneo Pompeyo Magno ("Pompeyo el Grande"). Pompeyo tenía el respaldo de la mayoría de senadores, de los cuales muchos eran optimates, pero su ejército era de inferior calidad a las legiones de veteranos de César. 

     Los dos ejércitos apoyaron uno de sus flancos en un arroyo y en el otro concentraron toda su caballería. Sin embargo, las ideas de los comandantes sobre el desarrollo de la batalla difieren sustancialmente, y aquí es donde puede verse el genio de César. Pues mientras Pompeyo intentará vencer con su superioridad numérica, César, previendo ese movimiento, planea realizar una eficaz defensa, derrotar a la caballería enemiga y contraatacar, a su vez por el flanco.

     Para ello, César decide reforzar su caballería con infantería, dispone 6 de sus más experimentadas cohortes formando una línea oblicua en el flanco, justo detrás de su línea principal, y mantiene además otras en reserva. Esto debilita bastante el centro del ejército, pero César confía en que sus veteranos aguanten el empuje del rival. La disposición inicial de estas cohortes escapaba a la visión de Pompeyo, por lo que su actuación sería sorpresiva

     La batalla se inicia con las dos fuerzas aproximándose lentamente, pues para los planes de ambos bandos es importante que la batalla en el centro no se inicie rápidamente. La caballería pompeyana se lanza al ataque, según lo previsto, pero ante su acometida la cesariana se retira, en una fingida huida que no tiene más objetivo que atraer a la entusiasmada caballería enemiga hacia las cohortes bien pertrechadas para combatirlas.

     Acto seguido, las cohortes del flanco comienzan a maniobrar haciendo huir a la caballería pompeyana y atacando el flanco enemigo. En este momento, los legionarios de ambos bandos ya han entrado en contacto, y César ordena a su reserva que refuerce el centro del ejército. Atacados por dos sitios, el ejército pompeyano empieza a desmoronarse por el flanco. Mientras la caballería cesariana persigue a su rival fuera del campo de batalla. Viendo que la batalla está perdida, Pompeyo se retira al campamento.

     Con el triunfo de César en esta batalla se dejarían listos los cimientos para edificar lo que sería el grandioso Imperio Romano, mostrando además gran superioridad contra su oponente, Pompeyo, quién huyó a Egipto, donde fue asesinado.

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